En 2004 G. Siemens presentó una nueva teoría sobre el aprendizaje que llamó conectivismo. Esta teoría, en palabras del propio autor, era una propuesta educativa para la era digital, y en cierta medida, se presentó como un nuevo paradigma sobre el aprendizaje que rompía con las propuestas precedentes, a saber: conductismo, el cognitivismo y el constructivismo. Según G. Siemens, estas teorías habían centrado sus investigaciones y propuestas en los procesos conductuales de los individuos de forma aislada, es decir, el aprendizaje consistía en la síntesis individual que realizaba una persona. En consecuencia, el conocimiento se identificaba con esta síntesis personal. Por lo tanto, ante una determina conducta y con la intencionalidad de asentar un patrón conductual particular, las teorías precedentes al conectivismo proponen introducir elementos –i.e. refuerzo positivo—que produjera los cambios deseados en la persona. Es decir, consideran que el aprendizaje es consecuencia de un registro nuevo —input— y su respuesta —output— ante este estimulo, siendo este último el generador del conocimiento. Es decir, el proceso de enseñanza-aprendizaje sucede en el individuo cuando este procesa una información nueva de entrada y emite una respuesta en forma conductual ante esta nueva situación. El aprendizaje y el conocimiento son concebidos como procesos lineales y binarios. Por ello, a finales del siglo XX proliferaron las analogías del aprendizaje como un ordenador al que se podía dar unas instrucciones para procesar información y esperar los resultados determinados.
No obstante, la revolución tecnológica de los últimos años se ha focalizado en las interconexiones de diferentes elementos capaces de desarrollar conocimiento, es ahí, en esta ampliación del paradigma, donde G. Siemens publica sus análisis, haciendo hincapié en las conexiones y no en los individuos. El aprendizaje implica relaciones sociales, esto es, un diálogo constante en múltiples direcciones donde se producen transformaciones en los individuos a través de las interrelaciones. El conocimiento se ubica en estas interrelaciones y conexiones que transforman al individuo y se pueden almacenar en dispositivos externos a él —i.e. discos duros, servidores en red, la nube, etc.—. Por lo tanto, el foco de análisis de G. Siemens se dirige a las conexiones entre individuos, de donde nace el aprendizaje y el conocimiento, al igual que los ordenadores se conectan entre ellos creando una retícula informativa y desarrollando un nivel superior de información. Así mismo el conocimiento es resultado de compartir y resignificar la información, según G. Siemens, este proceso es compartido por las TIC y los seres humanos creando nodos mixtos de procesamiento. El cambio de foco de análisis desvela que la gestión de información, de donde surge el conocimiento, no es una habilidad exclusivamente del ser humano, las TIC son programadas para que también realicen procesos de selección y criba informativa, por ejemplo, los algoritmos de los metabuscadores de internet —i.e. Google— procesan las búsquedas realizadas por una persona para mostrarle en primer lugar sus preferencias y así mejorar la experiencia de búsqueda en internet. Por lo tanto, las TIC filtran la información que después las personas interpretan, dotándola de un significado que es almacenado en las tecnologías como conocimiento nuevo.
S. Downes (2022) afirma que «el conectivismo es la tesis de que el conocimiento se distribuye a través de una red de conexiones y, por lo tanto, que el aprendizaje consiste en la capacidad de construir y atravesar esas redes». Desde este punto de vista, el conectivismo presenta un modelo de aprendizaje que reconoce la complejidad de las sociedades contemporáneas que construyen el conocimiento de forma colectiva. En consecuencia, el aprendizaje se aleja de ser un proceso interno e individual, a favor de la creación de comunidades de investigación o nodos interconectados entre sí. De la fortaleza de estas conexiones surge el conocimiento. La analogía con la máquina se abandona a favor de una analogía neurobiológica. El paradigma que se persigue es simular las redes neuronales, donde cada célula establece relaciones sinápticas con su entorno dando lugar al conocimiento. De facto, la tecnología que marca y posibilita este cambio de paradigma es internet porque permite establecer conexiones entre personas alejadas geográficamente, e incluso sin necesidad de haber coincidió nunca en un espacio físico, dando lugar a una virtualización y digitalización de los procesos educativos y laborales: cualquier documento puede elaborarse por varios autores de forma simultánea a través de las herramientas de productividad que se conecta usando la red. El modelo del conectivismo no responde a un proceso lineal y binario, donde la información se procesa como entrada —input— que se manifiesta en una respuesta conductual de salida —output—, sino procesos heurísticos de aprendizaje. El conocimiento en este nuevo paradigma es el resultado de encontrar las divergencias y paralelismo de la información, es decir, en compartir experiencias y confrontar opiniones. Desde este punto de vista, el conectivismo desarrolla una mirada hacia las habilidades de aprendizaje que fomentan las conexiones, incluyendo en ellas las instituciones y también las tecnologías: cualquier elemento gestor de información se convierte potencialmente en un nodo de la retícula del conocimiento. Hoy en día, la tecnología digital se ha expandido a muchas de nuestras esferas vitales, todas ellas interconectadas entre sí ya que de los datos e informaciones que ofrecemos a la red, aprende de nuestros gustos, inquietudes, preocupaciones, etc., para generar una experiencia virtual personalizada. Si las máquinas han sido programadas para generar conocimiento, en consecuencia, el reto de la educación del siglo XXI es fomentar, investigar y proponer modelos de conexiones para compartir e interpretar la información circulante entorno a una unidad.
Evidentemente el conectivismo aleja su análisis del individuo, de ahí el cambio de paradigma; lo esencial son las relaciones y conexiones: cómo establecerlas, cómo mantenerlas, qué información es valiosa, etc. Según Siemens (2004), el aprendizaje es un proceso que ocurre al interior de un ambiente complejo y cambiante, para la sociología este ambiente recibe el nombre de líquido (Bauman, Z., 2005): los datos se actualizan velozmente, su análisis e interpretación es un proceso más laborioso que constantemente se está confrontando con nuevas informaciones. Este contexto el conocimiento se aleja del control del individuo y, por tanto, el proceso de aprendizaje se caracteriza por ser complejo, acumulativo, continuo y tendente a conexiones especializadas para que pueda ser veraz. En caso de que las conexiones sean débiles el resultado es un conocimiento deslavazado e incluso aislado de otros ámbitos de conocimiento. Por esto, es importante elegir las conexiones que se realizan: un exceso de conectividad puede llevar a diluir el conocimiento en cuestiones anecdóticas —i.e. Redes Sociales concebidas como escaparates de estilos de vida— y una sobreinformación conlleva una incapacidad para cribar y tomar decisiones. La red puede convertirse en un muestrario de estilos de vida donde cada individuo elige fluir de uno a otro. En definitiva, la toma de decisiones sobre qué tipo de interconexiones establecer y mantener forma parte del proceso de aprendizaje en un contexto de realidad cambiante.
Las conexiones entre las diferentes entidades dan lugar a una red, su funcionamiento se basa en el sencillo principio de que los elementos interconectados —i.e. personas, grupos, sistemas, nodos, instituciones, …— establezcan relaciones que den lugar a un todo integrado. Dentro de una red cualquier tipo de alteración o contingencia tiene un efecto de onda en toda estructura, dando lugar a la apertura de la red a otras conexiones alternativas. Para que esto se produzca en el campo de la educación son fundamentales los estilos personales de aprendizaje e interinaros formativos individuales que dan valor a la conectividad de la red. Los conceptos, ideas, sistemas, … tendrán éxito cuando el entrelazamiento sea avalado por redes especializadas que aporten solvencia a los perfiles. En definitiva, la estructura del conocimiento se realiza a través de cibercomunidades de aprendizaje —cCA— (Maura, I., 2015), es decir, un grupo de profesionales o personas con inquietudes en común que se comunican de forma continuada a través de las TIC, principalmente las Redes Sociales o aplicaciones de productividad, para compartir experiencias laborales, ideas reflexiones, informaciones, … con la intención de actualizarse y mantener su desarrollo profesional, académico y personal, tanto de forma individual como grupal. En esta línea, Murua, I., Gallego, D. y Cacheiro, ML (2015) identifican 17 condiciones y características para el desarrollo y la estabilidad de una cCA, de ellas, cabe destacar:
El sentimiento de pertenencia a la comunidad, es decir, cada persona que accede a una cCA quiere y precisa compartir motivaciones e inquietudes que abarcan esferas convergentes de los aspectos personales. Este sentimiento se materializa en un un espacio de participación y encuentro que fomenta una reflexión profunda. Para esto, es importante que las personas que componen la cCA se identifiquen de forma reconocible, evitando el uso de alias y el anonimato.
Acceso a recursos compartidos de donde puede surgir colaboraciones que den lugar al conocimiento, esto es, la información dentro de la comunidad ha de poder ser accesible tanto de forma sincrónica como asincrónica y sin restricciones para que se pueda hacer uso de ella e incluso formar subgrupos o subredes de colaboración para la creación de nuevas informaciones.
Existencia de liderazgo desde la coordinación, moderación y dinamización que puede realizarse de forma colaborativa por diferentes personas, e incluso tener un carácter rotativo.
La comunidad pueda influir y adecuar las herramientas que sirven de soporte y canal. Por ejemplo, en las aplicaciones de productividad poder seleccionar aquellas herramientas que se van a usar y eliminar de la interfaz de inicio aquellas que sean de uso infrecuente.
En definitiva, el conocimiento en el siglo XXI es consecuencia de la información que de forma continua se analice en una cCA. Pero, además, no es un proyecto unidireccional, sino que al existir múltiples interacciones y conexiones ya que una misma persona puede participar de varías cCA y una cCA puede estar interconectada con otras cCA, dando lugar a sistemas de información donde las TIC son esenciales para almacenar y establecer conexiones.